miércoles, agosto 01, 2007

El regionalismo en la dinámica cucuteña

Muchas personas en Colombia creen que la mejor manera de hacer contrapeso a la importancia de la capital en la economía y la política nacional es a través del regionalismo. En las ciudades intermedias del país se usa el ejemplo paisa para mostrar que aquí es imposible trabajar de la mano con nadie, y que lo mejor es juntarse con los semejantes para salir adelante. El caso cucuteño es aún más crítico, pues la proximidad con Venezuela permite aventurarse a ir más lejos, y se puede hablar incluso de nacionalismo.

Los regionalismos pueden ser usados como motores de desarrollo, pero también pueden explicar el estancamiento de una región. Pueden ser el chispazo inicial, porque la inclusión es fundamental en una sociedad, y para sentirse parte de algo es necesario, primero, identificarse con ese algo. Sin embargo, es importante que la sociedad no se torne huraña y xenófoba, que los visitantes que van de paso o que vienen para quedarse se sientan a gusto, que nosotros mismos seamos visitantes ejemplares, factores que se pueden ver amenazados en escenarios de regionalismo extremo.

Los primeros recuerdos que tengo de la ciudad traen a mi mente la antipatía de los cucuteños. Desde pequeño, cuando aún la economía de la capital de Norte de Santander dependía de los “venecos”, me parecía rara la relación del cucuteño con el venezolano. Por un lado, se esperaba que llegaran los Bolivares del vecino país a acabar con la mercancía de los almacenes, pero al mismo tiempo se les trataba de una manera poco amable y se les culpaba de nuestros problemas. La relación actual es aún más tensionante, las diferencias entre los dos gobiernos y la actualidad del Bolívar permiten al cucuteño sentir que ya no necesita de Venezuela e incluso que ellos son nuestros enemigos.

Las relaciones tirantes de los cucuteños con sus vecinos no sólo son hacia el oriente. Históricamente la ciudad ha mantenido un trato tensionante con los vecinos, no sólo al interior del departamento (Pamplona y Ocaña), sino también con nuestros vecinos santandereanos del sur, y en algunos casos hasta con departamentos de la costa. Los pamploneses y los bumangueses preferirían que nosotros los cucuteños pasáramos por sus ciudades no sólo para ir hacia Bogotá, sino también para la costa; los ocañeros piensan que sería mejor si pasáramos por la ciudad de ellos. Cada pueblo no busca sino su propio beneficio.

No existe una conciencia de región que permita unir a todos los municipios del departamento en torno a una misma causa, ya sea la readecuación de la carretera a la costa, la construcción de la represa del Cínera o la no venta de Centrales Eléctricas. No sólo debemos pensar en la ciudad, también debemos pensar como departamento, región y país. En fin…

Con este pequeño texto pretendemos hacer una reflexión acerca de la realidad de nuestra ciudad. No importa si Ramiro, si Uribe o si Chávez. Lo que importa es que no podemos salir adelante sin la ayuda de los que nos rodean, ni ellos sin la nuestra. Tenemos que olvidarnos de las viejas rencillas sinsentido que siempre nos han mantenido a la defensiva, y que no hacen bien a nadie. No podemos olvidarnos nunca que nuestra condición fronteriza nos hace dependientes de dos realidades. Un regionalismo bien entendido puede ser positivo y estar todos juntos ayuda a consolidar una mejor ciudad. Sin embargo, si nos descuidamos, éste puede terminar convirtiéndose en un arma de doble filo, de la cual, tal vez, en alguna oportunidad ya fuimos víctimas.
El Faro