PARQUE. (Del francés parc).
1. m. Terreno destinado en el interior de una población a prados, jardines y arbolado para recreo y ornato.
2. m. Terreno o sitio cercado y con plantas, para caza o para recreo, generalmente inmediato a un palacio o a una población.
www.rae.es
Desde que llegué al mundo hace veinticuatro años he visitado permanentemente Cúcuta, la ciudad natal de mi madre, al menos durante final de año. Mis últimas vacaciones, que tomaron lugar entre diciembre de 2005 y enero de 2006, fueron muy fructíferas y divertidas. De éstas me quedó una anécdota urbana de “La Perla del Norte” que comparto con ustedes.
Con el paso del tiempo he adoptado hábitos y comportamientos más cívicos y sanos que en la adolescencia. Esto, como consecuencia del ejemplo de mi padre, influencia directa en el diseño de mi carácter y, por supuesto, convicción personal. Este hecho cobró especial importancia en mi vida a través de las múltiples vacaciones aprovechadas en Cúcuta, pues durante algunos años observé con angustia que los planes para desarrollar en la ciudad se encontraban cada vez más limitados; mejor dicho, que no había nada que hacer. Claro, ésta fue mi primera impresión ante el aburrimiento causado por los vicios, la falta de estado físico, y falta de voluntad para organizar y planear tiempo libre prolongado, como en el caso de unas vacaciones cualesquiera.
Haciendo un balance general, muchas veces desaproveché el tiempo de esparcimiento que tuve en vacaciones, situación de la que no me arrepiento en la medida en que trabajé para corregirla y de la cual me quedan recuerdos especiales que hacen parte de lo que ahora soy. No obstante, hubo veces en las que aproveché el tiempo libre conociendo, aportando, ejercitándome, etc. (Por ejemplo: El paseo en bicicleta a la Garita; Juegos de microfútbol en el Club Tennis; Visitas constantes a fincas; Época de patines en línea; Visita a la Bolera de Villa del Rosario.) Debo resaltar el deporte en general, el cual, en mi opinión, debe ser el común denominador de los ciudadanos en tiempo libre, no la rumba. Hoy en día sé con alguna propiedad que con algo de planeación y disposición, se pueden pasar unas vacaciones muy agradables.
Durante las vacaciones pasadas hice un poco de todo. Visité Chinácota e Iscalá; recorrí el centro a pie varias veces; hice ejercicio constante en el parque Sayago; caminé desde el barrio Bellavista hasta el barrio la Riviera y observé detalladamente la escultura del padre Rafael García-Herreros; fui a trotar al Parque Recreacional San Rafael por iniciativa de mi primo; entre muchas otras cosas. Por supuesto cabe resaltar los festejos propios de esa época del año, por ejemplo el recorrido en chiva por la ciudad con la familia el 22 de diciembre. Pero de todas las actividades realizadas, quiero resaltar mi vista al “parque de los pájaros”.
Sin recordar la hora o fecha exacta, andaba por ahí y me encontré con un familiar el cual caminaba por la ciudad esa tarde. Yo estaba tratando de concretar algo con una chica de la ciudad muy linda a través de planes certeros para hacer en Cúcuta, cuando el mencionado familiar me preguntó si conocía el parque de los pájaros, con un tono de recomendación. Mi curiosidad aumentó pues sabía que, en una tarde cucuteña, dar una vuelta por un parque desconocido, pero recomendado, podía ser lo que estaba buscando. Me dediqué a buscar el dichoso parque de los pájaros. Algunos sabían a cual me refería mientras les preguntaba. Muchos no tenían ni idea. Finalmente me fui de explorador y me encontré con un lugar muy hermoso, muy cerca de donde había crecido, o de donde habían crecido mis cercanos cucuteños.
1. m. Terreno destinado en el interior de una población a prados, jardines y arbolado para recreo y ornato.
2. m. Terreno o sitio cercado y con plantas, para caza o para recreo, generalmente inmediato a un palacio o a una población.
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Desde que llegué al mundo hace veinticuatro años he visitado permanentemente Cúcuta, la ciudad natal de mi madre, al menos durante final de año. Mis últimas vacaciones, que tomaron lugar entre diciembre de 2005 y enero de 2006, fueron muy fructíferas y divertidas. De éstas me quedó una anécdota urbana de “La Perla del Norte” que comparto con ustedes.
Con el paso del tiempo he adoptado hábitos y comportamientos más cívicos y sanos que en la adolescencia. Esto, como consecuencia del ejemplo de mi padre, influencia directa en el diseño de mi carácter y, por supuesto, convicción personal. Este hecho cobró especial importancia en mi vida a través de las múltiples vacaciones aprovechadas en Cúcuta, pues durante algunos años observé con angustia que los planes para desarrollar en la ciudad se encontraban cada vez más limitados; mejor dicho, que no había nada que hacer. Claro, ésta fue mi primera impresión ante el aburrimiento causado por los vicios, la falta de estado físico, y falta de voluntad para organizar y planear tiempo libre prolongado, como en el caso de unas vacaciones cualesquiera.
Haciendo un balance general, muchas veces desaproveché el tiempo de esparcimiento que tuve en vacaciones, situación de la que no me arrepiento en la medida en que trabajé para corregirla y de la cual me quedan recuerdos especiales que hacen parte de lo que ahora soy. No obstante, hubo veces en las que aproveché el tiempo libre conociendo, aportando, ejercitándome, etc. (Por ejemplo: El paseo en bicicleta a la Garita; Juegos de microfútbol en el Club Tennis; Visitas constantes a fincas; Época de patines en línea; Visita a la Bolera de Villa del Rosario.) Debo resaltar el deporte en general, el cual, en mi opinión, debe ser el común denominador de los ciudadanos en tiempo libre, no la rumba. Hoy en día sé con alguna propiedad que con algo de planeación y disposición, se pueden pasar unas vacaciones muy agradables.
Durante las vacaciones pasadas hice un poco de todo. Visité Chinácota e Iscalá; recorrí el centro a pie varias veces; hice ejercicio constante en el parque Sayago; caminé desde el barrio Bellavista hasta el barrio la Riviera y observé detalladamente la escultura del padre Rafael García-Herreros; fui a trotar al Parque Recreacional San Rafael por iniciativa de mi primo; entre muchas otras cosas. Por supuesto cabe resaltar los festejos propios de esa época del año, por ejemplo el recorrido en chiva por la ciudad con la familia el 22 de diciembre. Pero de todas las actividades realizadas, quiero resaltar mi vista al “parque de los pájaros”.
Sin recordar la hora o fecha exacta, andaba por ahí y me encontré con un familiar el cual caminaba por la ciudad esa tarde. Yo estaba tratando de concretar algo con una chica de la ciudad muy linda a través de planes certeros para hacer en Cúcuta, cuando el mencionado familiar me preguntó si conocía el parque de los pájaros, con un tono de recomendación. Mi curiosidad aumentó pues sabía que, en una tarde cucuteña, dar una vuelta por un parque desconocido, pero recomendado, podía ser lo que estaba buscando. Me dediqué a buscar el dichoso parque de los pájaros. Algunos sabían a cual me refería mientras les preguntaba. Muchos no tenían ni idea. Finalmente me fui de explorador y me encontré con un lugar muy hermoso, muy cerca de donde había crecido, o de donde habían crecido mis cercanos cucuteños.
¿Cómo es posible que durante estos 24 años de visitar la ciudad no había descubierto el parque de los pájaros?
(El “Parque de los Pájaros” se extiende a lo ancho, desde el andén de la Avenida Libertadores hasta el borde del río Pamplonita, y a lo largo, desde el Restaurante “Rodizio” en el Malecón, hasta el puente Elías M Soto.
Entre los hermosos caminos y vegetación, la cual va de húmeda a desértica, alguna vez hubo una exhibición permanente de pájaros. Actualmente no hay ninguno, pero según los comentarios de quienes lo conocieron, era bello.)
Desde el día en que conocí el parque, lo que quedó de las vacaciones de año nuevo y los 4 días de semana santa de 2006, lo he visitado en muchas oportunidades. Es un lugar especial. Hay un potencial olvidado allí por la administración municipal y, por supuesto, por los ciudadanos, o por lo menos me da la impresión.
Me encantaría iniciar una gestión en la cual se desarrolle el parque. Que se adecue, que se cuide y más importante, que se aproveche. La experiencia adquirida a raíz de haber hecho uso adecuado e inadecuado de parques en el pasado, me permiten concluir que en cualquier parte, estos terrenos disponibles al ciudadano le representan un aspecto positivo en su ámbito personal y para su comunidad, por cuanto frente al uso y desarrollo de un parque, se involucran conceptos claves de la vida en sociedad como valores y derechos que son de común conocimiento, pero que no son puestos en práctica.
Considero, debemos conocerlo y hasta que algo suceda con él, tenerlo en cuenta, al menos para una caminada semanal por allí.
ElFaro(elfaro.blog@gmail.com).