¿Qué significa hacer algo concreto por nuestra región? Creo que esta es una pregunta de gran relevancia para quienes, por un lado, nos pusimos en la tarea de crear este blog, así como para todos aquellos que nos han leído y han contribuido con sus comentarios. Cualquier persona que se tome la molestia de repasar los comentarios que hasta el momento se han hecho a nuestros artículos, puede darse cuenta de una opinión que se hace recurrente, la cual quiero resumir de la siguiente manera: “Muchachos, dejen a un lado tanta carreta. Cojan sus cosas, devuélvanse ya para Cúcuta y demuestren su compromiso con algo concreto”.
Me atrevería a decir que esta forma de ver las cosas no hace carrera únicamente entre los comentaristas de nuestro blog, sino que por el contrario, es una opinión bastante generalizada en la región. ¿Cuáles son las razones por las cuales los nortesantandereanos tenemos en tan poca estima el diálogo y la discusión? No sabría decirlo. Es posible que después de muchos años de hablar y hablar no se haya llegado a nada, por lo cual es normal que la gente pierda el interés y se cree el estereotipo del “hablador de carreta”. Pero esas fueron otras épocas. Para nosotros es fundamental recuperar espacios para la discusión de los problemas de nuestra región. No queremos hablar por hablar, queremos hablar para poder actuar. Se equivocan quienes creen que discusiones como las aquí propuestas son una pérdida de tiempo. También se equivocan quienes piensan que proponer el diálogo y el debate es sólo una estrategia para prolongar indefinidamente la hora del regreso y del compromiso. Por el contrario, ésta es la única forma de motivar el retorno de todos aquellos que han dejado la región, así como también es la única forma de recuperar el capital humano que, sin haber abandonado su hogar, está siendo desaprovechado. Todos los nortesantandereanos, sin importar en donde nos encontremos, estamos luchando de forma separada por salir adelante. No existe una idea clara de lo que debemos hacer como comunidad, evidente consecuencia de nuestro desprecio por el diálogo, de nuestra incredulidad frente a la utilidad de pensar en conjunto, de nuestro temor a ser vistos por nuestros vecinos como unos ilusos soñadores.
Sólo con la intención de dar un ejemplo entre mil posibles, sin pretender generalizar, quiero hablarles sobre mi situación personal, de modo que se pueda entender la importancia que en El Faro damos a los espacios de discusión. La razón por la cual dejé mi ciudad fue la de buscar la mejor educación posible. Ya terminé mi pregrado, pero aún considero que me falta un poco más de tiempo para alcanzar lo que estoy buscando. ¿Será que si me devuelvo para Cúcuta a montar un negocio, a continuar el de mis padres o a terminar mi educación, voy a estar en las condiciones adecuadas para trabajar por la región? No lo creo. El sacrificio que representa asumir como objetivo de vida trabajar por la región, es demasiado alto como para darme el lujo de no actuar con cabeza fría. Y creo que con esta frase recojo el sentir general de muchos de los jóvenes nortesantandereanos que se han ido. Más de uno estaría dispuesto a volver si se le garantiza una oportunidad de hacer lo que le gusta en condiciones dignas. Pero para que la región esté en la capacidad de ofrecer tales oportunidades es necesario que todos, tanto el sector público como el privado, mediante un amplio y complejo debate, fijemos unas metas claras y unos procedimientos adecuados para tales fines. Así ganamos los que queremos volver, los que ya volvieron y los que nunca se han ido. Pero esto sólo se dará si nos sentamos a conversar.
Creo que de lo dicho hasta el momento es posible concluir que hay que buscar el momento preciso para volver. Este momento será aquel cuando tengamos a la mano lo necesario para que, haciendo lo que sabemos hacer, ayudemos a la región. No antes, pues así todos pierden. Las buenas intenciones se quedarían en sólo eso, buenas intenciones, y nuestros sueños, los de todos, en frustraciones. De modo que los integrantes de El Faro queremos invitarlos a participar activamente en la discusión que proponemos, la cual, es claro, no deberá prolongarse hasta el infinito; debemos estar atentos al momento preciso para materializar lo concluido. Normalmente las buenas acciones, las grandes obras, los proyectos más significativos, son el producto de discusiones juiciosas y apasionadas. Si éstas no se dan nos quedaremos sin un norte claro. Un norte que nunca hemos tenido y cuya ausencia explica mucho de nuestra situación actual. Así que les queremos decir lo siguiente: ¡no se afanen! Con este espacio de discusión estamos haciendo algo concreto que más adelante se verá reflejado en un mejor Norte de Santander, un Norte de Santander al fin con norte. Con eso estamos comprometidos.
El Faro
Me atrevería a decir que esta forma de ver las cosas no hace carrera únicamente entre los comentaristas de nuestro blog, sino que por el contrario, es una opinión bastante generalizada en la región. ¿Cuáles son las razones por las cuales los nortesantandereanos tenemos en tan poca estima el diálogo y la discusión? No sabría decirlo. Es posible que después de muchos años de hablar y hablar no se haya llegado a nada, por lo cual es normal que la gente pierda el interés y se cree el estereotipo del “hablador de carreta”. Pero esas fueron otras épocas. Para nosotros es fundamental recuperar espacios para la discusión de los problemas de nuestra región. No queremos hablar por hablar, queremos hablar para poder actuar. Se equivocan quienes creen que discusiones como las aquí propuestas son una pérdida de tiempo. También se equivocan quienes piensan que proponer el diálogo y el debate es sólo una estrategia para prolongar indefinidamente la hora del regreso y del compromiso. Por el contrario, ésta es la única forma de motivar el retorno de todos aquellos que han dejado la región, así como también es la única forma de recuperar el capital humano que, sin haber abandonado su hogar, está siendo desaprovechado. Todos los nortesantandereanos, sin importar en donde nos encontremos, estamos luchando de forma separada por salir adelante. No existe una idea clara de lo que debemos hacer como comunidad, evidente consecuencia de nuestro desprecio por el diálogo, de nuestra incredulidad frente a la utilidad de pensar en conjunto, de nuestro temor a ser vistos por nuestros vecinos como unos ilusos soñadores.
Sólo con la intención de dar un ejemplo entre mil posibles, sin pretender generalizar, quiero hablarles sobre mi situación personal, de modo que se pueda entender la importancia que en El Faro damos a los espacios de discusión. La razón por la cual dejé mi ciudad fue la de buscar la mejor educación posible. Ya terminé mi pregrado, pero aún considero que me falta un poco más de tiempo para alcanzar lo que estoy buscando. ¿Será que si me devuelvo para Cúcuta a montar un negocio, a continuar el de mis padres o a terminar mi educación, voy a estar en las condiciones adecuadas para trabajar por la región? No lo creo. El sacrificio que representa asumir como objetivo de vida trabajar por la región, es demasiado alto como para darme el lujo de no actuar con cabeza fría. Y creo que con esta frase recojo el sentir general de muchos de los jóvenes nortesantandereanos que se han ido. Más de uno estaría dispuesto a volver si se le garantiza una oportunidad de hacer lo que le gusta en condiciones dignas. Pero para que la región esté en la capacidad de ofrecer tales oportunidades es necesario que todos, tanto el sector público como el privado, mediante un amplio y complejo debate, fijemos unas metas claras y unos procedimientos adecuados para tales fines. Así ganamos los que queremos volver, los que ya volvieron y los que nunca se han ido. Pero esto sólo se dará si nos sentamos a conversar.
Creo que de lo dicho hasta el momento es posible concluir que hay que buscar el momento preciso para volver. Este momento será aquel cuando tengamos a la mano lo necesario para que, haciendo lo que sabemos hacer, ayudemos a la región. No antes, pues así todos pierden. Las buenas intenciones se quedarían en sólo eso, buenas intenciones, y nuestros sueños, los de todos, en frustraciones. De modo que los integrantes de El Faro queremos invitarlos a participar activamente en la discusión que proponemos, la cual, es claro, no deberá prolongarse hasta el infinito; debemos estar atentos al momento preciso para materializar lo concluido. Normalmente las buenas acciones, las grandes obras, los proyectos más significativos, son el producto de discusiones juiciosas y apasionadas. Si éstas no se dan nos quedaremos sin un norte claro. Un norte que nunca hemos tenido y cuya ausencia explica mucho de nuestra situación actual. Así que les queremos decir lo siguiente: ¡no se afanen! Con este espacio de discusión estamos haciendo algo concreto que más adelante se verá reflejado en un mejor Norte de Santander, un Norte de Santander al fin con norte. Con eso estamos comprometidos.
El Faro