El paisaje urbano ejerce una gran influencia en el comportamiento de los ciudadanos, no sólo por la forma como la arquitectura y la distribución de espacios afecta la vida diaria, sino en especial por el reconocimiento de actividades que son aceptadas socialmente; el comportamiento de las personas en el espacio público refleja la idiosincrasia de un pueblo y es una de las partes más importantes del paisaje.
En las ciudades modernas uno de los factores que más afectan el paisaje urbano es el tráfico vehicular, ya que desafortunadamente gran parte del espacio público que se construye es para los automóviles. En las ciudades colombianas es frecuente el desorden en las vías por falta de infraestructura, educación y claridad en las normas. Cúcuta no es la excepción, aunque es claro que las ciudades pequeñas salen mucho mejor libradas de los perjuicios que el tráfico causa en la calidad de vida de los ciudadanos.
Aparte de esto, Cúcuta es una ciudad privilegiada, ya que la planeación de la ciudad después del terremoto le permitió trazar amplias avenidas que aún hoy funcionan muy bien. Sin embargo, está demostrado que la cantidad de avenidas no soluciona el problema del tráfico y que una ciudad amable no está hecha para el que tiene carro, porque el transporte no es un lujo sino una necesidad. Considero que es muy valioso el ejemplo que dan otras ciudades para resolver los problemas, y más valioso aún, la habilidad de ver los problemas que se nos avecinan a través de la experiencia ajena.
Los problemas de transporte de las grandes ciudades deberían darnos una lección, pero nosotros también podemos dar ejemplo. A pesar de la importancia que tendrá en el futuro contar con un tranvía moderno o algunas líneas de carriles exclusivos para buses articulados, no es necesario gastar millones para empezar a corregir la situación; sólo necesitamos un poco de voluntad y organización.
Sería bueno empezar por demarcar los paraderos de buses, porque no podemos pedirle a la gente y a los conductores que los utilicen cuando no existen. Aún mejor sería hacer un plan para organizar en un futuro próximo un servicio centralizado, coordinado, seguro y eficiente.
Hace algunos años vi con agrado cuando en Cúcuta aparecieron las primeras ciclorrutas; esa es una iniciativa que no debe quedarse ahí. Cúcuta es una ciudad de un clima privilegiado, muy apropiado para este tipo de transporte, tanto que aún en medio del desorden del tráfico la gente usa la bicicleta exponiéndose a los riegos que esto implica. Este tipo de transporte disminuye el tráfico y la contaminación, además de traer beneficios para la salud pública, a diferencia del tan popular transporte en motocicleta que es el que más desorden y accidentes causa.
Es difícil para las bicicletas competir con las motos en razón del precio de la gasolina en Venezuela, pero si se ofrecen ventajas en carriles exclusivos (ciclorrutas) y estacionamientos, es factible que la gente prefiera salir en bicicleta. Para esto, es importante que se tengan en cuenta los beneficios que una buena red de ciclorrutas traería a la ciudad a la hora de ejecutar los proyectos viales del Área Metropolitana de Cúcuta.
La idea es que afrontemos los problemas que puede traernos el crecimiento con suficiente planeación, para ir resolviéndolos en la forma que queremos y no tener que resolverlos a última hora con lo que alcanza del presupuesto. En la medida en que se de esta transformación en el tráfico de la ciudad, vamos a tener una ciudad más ordenada, que nos produzca una mejor imagen de nuestra sociedad e induzca comportamientos más cívicos.
El Faro